Vivo en una urbanización de gran tradición situada en el extrarradio de una ciudad. Al llevar muchos años juntos nos conocemos bien los unos a los otros: nuestras virtudes, nuestros defectos y, como no, todas nuestras miserias. Ahora nos llevamos relativamente bien, pero no siempre fue así. De hecho hace unos años estuvimos a punto de perderlo todo, fruto de las envidias y de la codicia.
A la vista de como que como nos quedamos después de esa trifulca, decidimos que sería mejor empezar a solucionar las cosas por las buenas. Poco a poco la urbanización fue cobrando su antiguo esplendor y, llegados a ese punto, decidimos imitar a otra comunidad que se había instalado hacía relativamente poco, al otro lado de la autovía. Por cierto, creo que ha llegado ya la hora de que os hable de ellos.
Cuando llegaron hace algunos años, no nos los tomamos muy en serio, sobre todo por su manía de hablarlo todo y llegar a los acuerdos en base a las votaciones. No voy a negar que además los mirábamos por encima del hombre. Al fin y al cabo, era gente que les habían echado de otros lados. Pero, poco a poco, fueron creciendo, también tuvieron sus líos entre ellos y entre urbanizaciones vecinas, a algunas de las cuales les llegaron a arrebatar con muy malas artes, un buen trozo de sus terrenos. El caso es que cada vez han ido teniendo más influencia en toda la ciudad y, de justicia es reconocerlo, fueron ellos los que al final nos sacaron las castañas del fuego en nuestro último problemilla.
De manera que, a la vista de su éxito, decidimos imitarles. Pero, ¿cuál era la clave de su éxito? Para empezar su capacidad de compra. Como son muchos, pueden comprar todo al por mayor, de manera que siempre consiguen muy buenos precios, además han contratado un único equipo de vigilancia para toda la urbanización, y no como nosotros, que a cada cual le gusta tener el suyo propio, y aunque en ella viven familias con más y menos ingresos, tiene activado un mecanismo de solidaridad de manera que en cuanto una familia está en apuros el resto corre a ayudarles.
Así que hace unos años nos pusimos manos a la obra. Había, naturalmente, sus resquemores, de manera que todo se fue haciendo lentamente; pero al final y cuando ya estábamos casi todos, decidimos dar un paso al frente y comenzar por lo que aparentemente era más fácil.: unificar las compras. Estarán de acuerdo conmigo, que siempre podemos conseguir mejores precios si en vez de comprar la leche de caja en caja, la compramos por camiones. Como Günter, nuestro millonetis local, es aficionado al rioja reserva y al 5J, todos rápidamente nos pusimos a comer 5J y a beber rioja como desaforados. Tan cierto es que a Günter le salía ahora más barato, como que los demás no nos lo podíamos pagar con nuestros ingresos y es que, al igual que nuestros vecinos, entre nosotros también hay ricos y pobres, pero a diferencia de ellos, no tenemos un mecanismo que, de forma automática, compense esas diferencias.
Para tratar de solucionar esto, un día se reunieron Günter, François y otros cuantos más adinerados y decidieron prestar algo de dinero a los menos favorecidos (Helena, Paco, Patrick...). La idea es que con ese dinero pudiesen mejorar su formación, modernizar sus negocios o realizar cualquier otro tipo de mejora en sus vidas que les permitiese aumentar su nivel de ingresos. Pero como el dinero que fácil entra, fácil sale; en vez de ponerse a trabajar, se pusieron a vivir como sus vecinos ricos. A Helena le dio por deshacerse del huerto que cultivaba y empezó a comprar la verduras en el mejor centro comercial de la ciudad, a Paco y a Patrick por decorar, ampliar y remodelar su casa una y otra vez y por comprarse potentes coches de lujo ya que, naturalmente, no iban a ser ellos menos que sus vecinos.
¿Qué pasa ahora? Pues que, aunque no lo reconozca públicamente, Günter y el resto de vecinos adinerados, están empezando a hartarse de que los demás vivan de puta madre a costa de su dinero y exigen que los demás moderen sus gastos. Pero claro los hijos de Helena et al ahora se quejan de que no les explicaron bien para que era el dinero que les daban, y se pasan el día protestando por tener que devolver lo que les habían prestado.
La verdad es que aún no sé como terminará esto, pero para mi que la cosa tiene muy mala pinta.
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