miércoles, 20 de noviembre de 2013

Joselito y Belmonte, o las dos Españas. (II)


En medio del redondel se oyó una voz estupenda
- ¡Ojalá y te mate el toro en Talavera de la Reina! -
Dicho presagio por suerte aquella voz resultó,
y fue cogido Gallito y en dicha plaza murió.

Esta vieja copla, fiel reflejo de la crueldad con la que los españoles tratamos a todos aquellos que triunfan, es un avance de la tragedia que tendría lugar el 16 de mayo. La rueda de la fortuna gira de manera caprichosa y hay veces que parece que da igual como juguemos nuestras cartas, porque nuestro destino parece sellado.

Joselito había toreado en Madrid el día 15, cosechando una sonora pita, no por haber estado mal si no porque en esta tierra nuestra de caínitas la envidia es siempre un valor al alza. Dolido por el trato que había recibido del público, llegando a confesar a Belmonte que pensaba retirarse porque "así no se podía torear", cosa con la que Belmonte estuvo de acuerdo, canceló la corrida del día siguiente e hizo, según nos lo cuenta Corrachano1, todo lo posible por ir a Talavera:
Joselito, desde que supo que se organizaba una corrida en Talavera, no pensó más que en torearla. La Empresa no quiso traerle, porque esta plaza, de poca cabida, no admite presupuestos caros. Un íntimo amigo suyo tomó el negocio a base de Joselito, y quedó Joselito contratado en Talavera. Entonces surgieron más dificultades. La Empresa de Madrid le reclamaba para este día; llegó hasta intervenir la Dirección de Seguridad, y anunció que no dejaría salir de Madrid a Joselito. Éste se obstinó en venir; ofreció nuevas fechas, buscó combinaciones, dio toda clase de facilidades para el nuevo abono, a cambio del favor de que le dejaran venir a Talavera.
Una vez que los dados se habían lanzado, el destino de ese niño prodigio que fue Joselito quedó sellado. Su muerte fue narrada por Corrochano en el ABC del día 17:
Salió el quinto toro, tan certero como suelen ser todos los toros cornicortos, y sin recargar, sin llegar apenas a los caballos, pues fue el menos bravo, mató tantos como varas tomó. Joselito me indicó con el gesto que el toro no le gustaba; yo le contesté que a mí tampoco me agradaba. Uno de tantos comentarios mudos como Joselito y yo hacíamos en las corridas. Más tarde le indiqué que el toro era burriciego; él me dijo que había perdido la vista el toro en los caballos. Y salió a matar. El toro se defendía y estaba bronco José medio lo dominó con la muleta, y el toro se fue a las tablas, cerca de mi barrera del 1. Oí perfectamente que le dijo al Cuco dos veces: "Quítate, Enrique, que está el toro contigo, y por eso no toma la muleta," El Cuco se cambió de lugar, Joselito lo sacaba con pases de tirón, muy trabajosamente, pues el toro apenas le embestía. José, que estaba muy cerca, dándole con la muleta en la cara, se retiró, y entonces el toro, acaso porque le viera mejor por el defecto de la vista ya apuntado, se le arrancó fuerte y pronto, inesperadamente, en un momento en que el torero no hacía nada, sino que se disponía a hacer. A José, a quien indudablemente sorprendió el toro, no le dio tiempo de nada, ni de darle salida ni de quitarse de allí, a pesar de sus facultades. No hizo más que adelantarle la muleta para taparle y parar el golpe El toro le cogió de lleno, le engancho por el muslo derecho, y en el aire le dio una cornada seca y certera en el bajo vientre, como las que había dado a los caballos. Cayó José mortalmente herido, se contrajo, y el toro le derrotó en el suelo, pero no le recogió. Cuando le incorporaron me miró con cara de angustia, y me señaló con la mano la ingle, al mismo tiempo que se recogía los intestinos, que le asomaban.
Al Cuco, que le llevaba a la enfermería, le dijo: "A Mascarell, que avisen a Mascarell." Y ya no habló más; le dio el colapso.
Dice Lansky que:
el suicida se ha matado antes de hacerlo físicamente, cuando lo decide
y para mi que Belmonte comienza a suicidarse el día de la muerte de Joselito. Al enterarse de la noticia, roto de dolor dicen que dijo llorando:
“Me has ganado la partida”.
Muerto su gran amigo, Belmonte se encuentra solo. Corrochano, que cuando Belmonte se quedó en América, le dijo a Gallito que, sin la competencia del trianero,
el toreo sería lo que él quisiera que fuese
invirtió los términos de la frase:
Juan, estás solo. El toreo será lo que tú quieras
y esa soledad fue la que le llevó a la muerte. Luego se retiró, volvió, se volvió a retirar, rejoneó y fue envejeciendo lentamente entre Madrid, Sevilla, su ganado y su cortijo de Utrera. Cuando se enteró del suicidio de Hemingway2, quien lo retrató en sus novelas: "Muerte en la tarde" y "Fiesta· y del que era gran amigo sólo dijo dos palabras:
"Bien hecho"
Aunque nunca se sabrá el motivo por el que se suicidó, se apunta al hecho, como versión más fiable, de la fuerte impresión que le causó que la muerte de uno de sus más entrañables amigos, el escritor Julio Camba. Al enterarse de que agonizaba en Madrid, fue a visitarle y se lo encontró tumbado en la cama hecho una piltrafa humana. Le preguntó entonces al médico que le atendía, Jiménez Díaz, de que estaba muriendo, a lo que éste le respondió:
- Como usted es un hombre excepcional y tiene más que probada su entereza se lo voy a decir: Julio Camba se muere de la misma enfermedad que tiene usted.-
La idea de acabar reducido a un inútil montón de carne y huesos sobre una cama no parecía del agrado de alguien que había declarado que:
El torero debe morir sobre la arena de una plaza.
El hecho es que la mañana del 8 abril de 1962, el torero se descerrajó un tiro en la sien, dicen que sobre la cicatriz de una antigua cornada, con un pequeño revólver de 6,3. Como la Iglesia preconciliar tenía vedado el entierro en tierra santa a los suicidas, el cardenal Pedro Segura exigió a la familia del torero una declaración jurada de muerte natural. Desde entonces descansa en el cementerio sevillano a menos de cien metros de su amigo José.



1 La narración de Corrochano en el ABC del día 17 de mayo
2 He conocido dos genios. Uno fue Einstein. El otro, Juan Belmonte

1 comentario:

Lansky dijo...

Se suicidio para evitar su decrepitud, en efecto, pero no por la muerte de Joselito, aunque le afectara, sino por su impotencia erectil (esposa joven y apetecible)