Creo que hay pocas cosas que hacen tanto daño como los voluntariosos. ¿Quiénes son? Pues de entrada son buenas personas, altruistas y un poco ingenuos. ¿Y cómo es que siendo así, son tan dañinos?
Veamos un ejemplo. Supongamos que estamos a cargo de un depósito de agua, vemos que las paredes están muy deterioradas por el uso y que es necesario hacer uno nuevo.
Se lo proponemos al jefe, quien naturalmente se niega. Al poco, y como era previsible, se produce una fuga de agua. Bien, el hijoputatocapelotas avisa al jefe y se cruza de brazos:
- Que sea él, quien tome la decisión - dice
Pero el voluntarioso te dice:
- ¡NOOOOOOOOOO! ¿No ves que si no lo solucionamos la gente no va a poder beber?
Se pone manos a la obra y lo arregla con un parche.
Naturalmente la historia se vuelve a repetir... hasta que llega un momento en que no es posible seguir poniendo parches y el depósito revienta, llevándose al voluntarioso, al hijoputatocapelotas y a todo aquel que pasaba por allí. A todos excepto al jefe, que se queja de la incompetencia y vagancia de sus empleados, y al que como premio le ponen de mas jefe todavía.
Lo malo del voluntarioso es que, como encima es buena gente, no te puedes enfadar con él.
5 comentarios:
Es verdad. Menos mal que en mi gremio hay pocas posibilidades de la existencia de esos especímenes porque, por el contrario, tienes tan poca capacidad de maniobra y estás tan controlado que es muy difícil que haya alguien (por muy buenas intenciones que tenga), que haga algo por su cuenta.
Esta denuncia del voluntarioso viene a ser una reivindicación de aquella doctrina leninista del "cuanto peor, mejor", la que decía que había que acentuar las contradicciones internas del capitalismo para acelerar su colapso: como quien dice, hurgar con un palito en las grietas del depósito, en vez de echarles parches.
Habría que encontrar un término medio entre el voluntarioso y el tocapelotas; que se preocupara por la gente que tiene que beber, pero no ocultara los problemas de fondo poniéndoles parches bienintencionados y contraproducentes.
¿Quién no ha tenido una vecina voluntariosa?... ayssss.
Amaranta: las vecinas voluntariosas no cuentan Esas hay que guardarlas como oro en paño.
Jubilo Matinal: De acuerdo que en el término está virtud, pero lo que hace el tocapelotas es cumplir estrictamente con su trabajo. Porque además sabe que mientras el voluntarioso vaya poniendo parches tendrá que aguantar al jefe oírle decir:
- ¿Ves cómo eres un exagerado?
Koti Ya sabes lo dice Murphy: Si hay algo que puede salir mal, saldrá mal.
Sí, es cierto. El tocapelotas tiene razón. Pero a mí no me gusta la gente que olvida, o no le importa, que los demás tienen que beber agua. No me gusta aunque tenga razón. En cambio me gusta la gente que se equivoca, mete la pata y lo complica todo porque le importa que la gente pueda beber agua. Me gusta aunque no tenga razón.
Creo que lo que en realidad me pasa es que los tocapelotas me tocan las pelotas. De ahí su nombre, claro.
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